Esta es la biografía elaborada a partir de otras tres sobre Joseph Goebbels.
La vida de Goebbels comienza en Rheydt (Alemania) en 1897, en el seno de una familia católica y con una buena situación social, padeció una enfermedad grave a la edad de cuatro años, que le dejó una cojera permanente y que le impidió participar de forma activa en la Primera Guerra Mundial.. Ya desde su adolescencia, Goebbels se mostró como una persona muy extrovertida, capaz de encandilar a todos los que le escuchaban.En 1923, Goebbels empieza a escribir diarios que en su megalomanía quería que fuesen la crónica oficial del nazismo. Se unió al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) en 1924 y trabajó para Gregor Strasser en el capítulo norte. Fue nombrado Gauleiter (jefe de distrito) de Berlín en 1926.
Tan solo dos años después, Hitler le ascendió a jefe de propaganda nazi. A partir de este nombramiento, la figura de Adolf Hitler empezó a tomar un cariz distinto de cara a la sociedad. A partir de este momento la vida del todopoderoso y omnipresente Ministro de Propaganda nazi estuvo dirigida, pensada y planeada para que el Führer le diera una palmadita en el hombro, se dibujaba a si mismo como alguien que había triunfado viniendo desde abajo y sin ayuda, alguien capaz de limpiar el Berlín Rojo al final de los años 20 y primeros 30, al que supo unir a las masas sin discusión en torno al líder.
Se sintió atraído por los medios de comunicación relativamente nuevos, como la radio y el cine, con fines propagandísticos. Desarrolló la “propaganda negra”, que se trataba de un tipo de propaganda de desprestigio, falsedades y desinformación para lograr los objetivos del partido. En 1943, presionó a Hitler para introducir medidas destinadas a una «guerra total», como el cierre de los negocios «no esenciales» para el esfuerzo de guerra, el reclutamiento de mujeres a la fuerza laboral y de hombres en ocupaciones previamente exentas en la Wehrmacht. El 23 de julio de 1944, Hitler lo nombró «Plenipotenciario del Reich para la Guerra Total».
Con todo ello fue un hombre que jamás pintó nada en las grandes decisiones del Reich (de hecho nadie pintaba, Hitler se lo guisaba y comía el solito), pero que fue capaz de inventarse una genial película de su vida. Su éxito radica en evitar que la población culpara al Führer de los bombardeos sobre las ciudades alemanas y dirigir esa ira hacia los aliados.
Pronunció un elocuente discurso sobre la guerra total en el Palacio de los Deportes de Berlín, justo cuando los éxitos iniciales del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial dieron paso a las sucesivas derrotas que condujeron a la caída del régimen.
Sin embargo, el inevitable avance de las tropas aliadas cercó a Goebbels y a todos los mandatarios nazis en un búnker en Berlín. Cuando Hitler se suicidó en el Führerbunker, el espejito de Goebbels también se hizo añicos. De acuerdo con el testamento de Hitler, Goebbels le sucedió como canciller de Alemania. Al día siguiente, ante la inminente derrota alemana, se suicidó junto a su esposa después de envenenar a sus seis hijos.

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